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Job, un consejero probado

- “¿Qué pasa aquí?” La sala estaba llena a rebosar, muchos habían subido al terrado porque la voz de Job es fuerte, y muchos querían oírle a pesar de perderse la ocasión de contemplar su cara radiante.

- “¿Qué no te has enterado? Es Job que habla, da una conferencia de consejería divina sobre el tema de la paciencia. No te lo pierdas. Yo acudía cuando las hacía antes, había tratado varios problemas y se le pedía su valoración sobre muchas cuestiones. Antes de sus terribles pruebas, sus conferencias eran buenísimas, te ayudaban mucho para entender tantas cosas, pero ¿¡ahora?! Como decírtelo… es mucho mejor todavía, sus pruebas le han transformado aún más, y cuando le oyes, te acerca todavía mucho más al
corazón de Dios que antes.”

¿Quién cómo la madre que ha tenido que aguantar el terrible chaparrón de prueba que representa un hijo rebelde y drogadicto, para entender a otra madre que lo sufre en la actualidad?

Para poder ser un consejero eficaz, es imprescindible conocerse a sí mismo y ver nuestros límites, hasta donde llegamos, como reaccionamos, como es nuestro corazón y hasta qué punto dependemos de Dios.
Cuidado con lo que pedimos en oración, o cuando estamos muy agitados. El sufrimiento de Job le enseñó perseverancia. Supongo, sin embargo, que no había orado antes: “Dame paciencia Señor, ¡¡¡pero ya!!!”

Que no te asuste la idea de ser probado como Job. Nunca serás probado como Job. Nadie será probado como otro. Dios sabía hasta donde podía prolongar la prueba de Job en intensidad y en duración, y es lo que hace con cada uno de sus hijos de manera muy individual.

El haber vivido en primera persona ciertos sufrimientos y pruebas de fe no es forzosamente ni automáticamente una garantía de mayor eficacia en consejería, pero a menudo es el camino que Dios escoge para transformar aun más a sus consejeros y hacer que su acción sea más eficiente y poderosa para ayudar a otros. Parece ser lo que ha pasado con Job, si bien el dialogo del principio es pura ficción, queda dentro de lo muy plausible. El mismo da fe de sus éxitos en consejería antes de su prueba - ¿puedes imaginarle después de su gran chaparrón?

“La gente me escuchaba expectante, y en silencio aguardaba mi consejo. Hablaba yo, y nadie replicaba; mis palabras hallaban cabida en sus oídos. Expectantes, absorbían mis palabras como quien espera las lluvias tardías. Si yo les sonreía, no podían creerlo; mi rostro sonriente les reanimaba. Yo les indicaba el camino a seguir; me sentaba a la cabecera; habitaba entre ellos como un rey entre su tropa, como quien consuela a los que están de luto.”

(Job 29.21-25)

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Autor:

Oliver Py

Profesor, Traductor

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